Aunque el cannabis está cada vez más extendido, todavía existen muchas ideas erróneas y mitos en torno a su consumo y sus efectos. Estos mitos pueden llevar a malentendidos y disuadir a las personas de explorar los beneficios potenciales del cannabis. En este artículo, desmentiremos algunos de los mitos más comunes sobre el cannabis para ayudarte a tomar decisiones informadas y fomentar una comprensión más matizada de esta versátil planta.
Mito 1: El cannabis siempre crea adicción
La realidad: Aunque algunas personas pueden desarrollar una dependencia del cannabis, los estudios indican que sólo un pequeño porcentaje de consumidores -alrededor de 9%- tienen probabilidades de convertirse en dependientes. Este porcentaje es inferior al de sustancias como el alcohol (alrededor de 15%) y la nicotina (alrededor de 30%). Muchas personas consumen cannabis de forma responsable sin desarrollar conductas adictivas. Factores como la genética, la salud mental y la frecuencia de consumo desempeñan un papel importante en el potencial de adicción.
Mito 2: Todo el cannabis coloca
La realidad: No todos los productos del cannabis producen efectos psicoactivos. El cannabis contiene varios cannabinoides, entre los que destacan el THC (tetrahidrocannabinol) y el CBD (cannabidiol). El THC es el responsable del "subidón", mientras que el CBD no es psicoactivo y ofrece posibles beneficios terapéuticos sin los efectos embriagadores. Los productos con alto contenido en CBD y bajo contenido en THC, como ciertas cepas y aceites, pueden aliviar la ansiedad, la inflamación y otras afecciones sin provocar un subidón.
Mito 3: El cannabis es sólo una droga de iniciación
La realidad: La teoría de la "droga de entrada" sugiere que el consumo de cannabis conduce al consumo de drogas más duras. Sin embargo, las investigaciones han demostrado que la mayoría de los consumidores de cannabis no pasan a consumir otras sustancias ilícitas. Son muchos los factores que contribuyen al consumo de sustancias, como el entorno, la salud mental y las influencias sociales. El cannabis en sí no conduce intrínsecamente al consumo de drogas más peligrosas.
Mito 4: El cannabis merma la capacidad cognitiva
Realidad: Aunque el consumo agudo de cannabis puede dañar la memoria a corto plazo y las funciones cognitivas, los estudios han demostrado que los consumidores habituales suelen mantener el funcionamiento cognitivo, especialmente si empiezan a consumirlo más tarde. Además, muchas personas consumen cannabis por sus efectos terapéuticos, que incluyen el tratamiento de trastornos como el TDAH, el TEPT y la ansiedad. Es esencial diferenciar entre el deterioro a corto plazo y la salud cognitiva a largo plazo.
Mito 5: Se puede sufrir una sobredosis de cannabis
La realidad: A diferencia de muchas sustancias, es prácticamente imposible sufrir una sobredosis mortal de cannabis. El sistema endocannabinoide del cuerpo tiene mecanismos de seguridad incorporados, por lo que es poco probable que el cannabis produzca una toxicidad grave. Sin embargo, consumir cantidades excesivas, sobre todo a través de comestibles, puede provocar experiencias incómodas como paranoia o ansiedad. Es crucial empezar con dosis bajas y ser paciente, ya que los efectos pueden tardar más en aparecer.
Mito 6: El consumo de cannabis provoca pereza
La realidad: El estereotipo del consumidor de cannabis perezoso, a menudo representado en la cultura pop, no refleja la diversidad de los consumidores de cannabis. Muchas personas consumen cannabis para mejorar la creatividad, la concentración y la productividad. Por ejemplo, algunas variedades sativa son conocidas por sus efectos estimulantes, que fomentan el compromiso y la energía. Los efectos del cannabis pueden variar mucho según la variedad y la persona, por lo que es importante tener en cuenta las experiencias personales.
Mito 7: El cannabis no es seguro para uso médico
La realidad: El cannabis se utiliza con fines medicinales desde hace miles de años. Numerosos estudios avalan su eficacia en el tratamiento de diversas afecciones médicas, como el dolor crónico, la epilepsia, la esclerosis múltiple y las náuseas asociadas a la quimioterapia. Muchos profesionales de la salud están cada vez más dispuestos a recomendar el cannabis como parte de un plan de tratamiento, especialmente a medida que más estados legalizan el uso médico y la investigación sigue creciendo.